1.1. Fiscalizar el poder
1.1.2. Independencia
«El proceso del periodismo tiene sus limitaciones. La escasez de tiempo y la frecuente falta de disponibilidad de la información son dos dificultades endémicas de la profesión, como también lo son los errores que cometen los periodistas cuando trabajan sometidos a presiones. Sin embargo, el buen periodismo también choca con limitaciones creadas por los propios periodistas, así como por los propietarios y los que controlan los medios.»
Todos los propietarios de los medios de comunicación hacen bandera de los conceptos de verdad, honestidad y transparencia, pero en general utilizan las plataformas informativas para hacer negocio o como canal de propaganda. Esta lógica se hace todavía más visible en contextos de convulsión política. La promoción de las propias ideas y la exclusión de las ideas adversas, la información sesgada e intencional, adaptada a un punto de vista o unos intereses empresariales determinados, son algunas de las malas praxis que impregnan la historia del periodismo.
En la actualidad, es habitual que los medios sean propiedad de grandes empresas. Sus requerimientos propagandísticos acostumbran a limitarse a apoyar a un determinado partido político, mimando a los políticos que puedan favorecerlos o atacando a los que no. También realzando historias cómplices o encubridoras de sus intereses corporativos. Su prioridad es maximizar el margen de beneficio y hacerlo muy rápido si su deuda está siendo financiada por agentes externos. Las prioridades de los propietarios probablemente han impuesto más limitaciones a la manera en que se practica periodismo que cualquier otro factor en los últimos años.
En el conjunto de Europa, existe un problema en este sentido. Según un informe publicado en el 2017 por el Centro por el Pluralismo y la Libertad en los Medios, del Instituto Universitario Europeo, las principales amenazas al pluralismo mediático son la excesiva concentración de los medios en pocas manos, la poca diversidad de puntos de vista en las noticias, la falta de transparencia sobre los intereses empresariales de los medios y una independencia editorial vulnerable, sujeta a influencias políticas.
En el caso español, si bien existe un riesgo medio en cuanto a la falta de pluralismo, uno de los resultados más preocupantes es la concentración de la propiedad de los medios españoles, que presenta un riesgo del 71 %. También es grave el riesgo relativo a la independencia política (54 %). Concretamente, la independencia de los medios públicos en cuanto a la gobernanza y a la financiación tiene un riesgo del 83 %, lo que quiere decir que la injerencia política en los medios españoles es habitual. Además, el estudio también indica que la influencia del partido en el Gobierno sobre la dirección de las redacciones se ha multiplicado en los últimos años. La autonomía editorial y los intentos de controlar políticamente los medios muestran señales de alarma.