1. El periodismo, el periodismo de investigación y el periodismo de datos

1.1. Fiscalizar el poder

1.1.3. Vigilar el poder

Esta función se ve amenazada por la acumulación empresarial, que puede destruir la independencia que los medios necesitan para ejercer su papel de vigilantes. El principio de vigilancia y control va más allá de la fiscalización a un Gobierno, y se extiende a todas las instituciones poderosas de la sociedad. El periodismo tiene que vigilar a los escasos poderosos de una sociedad, en representación de los muchos que no lo son, para así evitar tiranías. La finalidad de la función de vigilancia no es solo conseguir que la acción del poder sea transparente, sino dar a conocer las consecuencias de la acción de este poder y conseguir que sean comprensibles. Esto implica que los medios sepan reconocer dónde actúa el poder de manera eficaz y dónde no. Esta vocación del periodismo es el origen del periodismo de investigación.

En el periodismo de investigación original, son los propios reporteros los que buscan, investigan y documentan una información que los usuarios desconocen. Con frecuencia, este tipo de reportajes ocasionan una investigación pública y oficial de los sujetos o actividades que protagonizan la información, y constituyen el ejemplo clásico de la tarea de presión de los medios sobre las autoridades, en beneficio del ciudadano.

El periodismo de investigación interpretativo es el resultado de una cuidadosa reflexión y análisis de una idea y de una meticulosa búsqueda de datos que dan pie a un contexto informativo nuevo y más completo, capaz de ofrecer al ciudadano una mejor comprensión de los hechos. En general, afecta a temas o sucesos más complejos que los que dan lugar al reportaje clásico, porque no solo destapa una información nueva, sino que también ofrece una nueva versión de esta información.

La tercera modalidad de periodismo de investigación es la que se dedica a investigaciones que otras instancias ya han puesto en marcha. En este caso, el reportaje parte de un descubrimiento o una filtración referentes a una investigación oficial que otros, normalmente organismos gubernamentales, ya han empezado. El riesgo de este método de recopilar información es que depende en gran medida del rigor y escepticismo del reportero en cuestión. Garantiza a los sujetos entrevistados, que en general son fuentes oficiales, un valioso foro en el que pueden propagar acusaciones sin que recaiga en ellos ninguna responsabilidad pública, y esta, precisamente, es una de las debilidades de este tipo de reportajes. Normalmente, los reporteros implicados conocen solo una parte de la investigación, de forma que su trabajo, más que vigilar las instituciones poderosas, se puede convertir en una herramienta en sus manos.

Todos los reportajes requieren cierta actividad investigadora, pero lo que conocemos como periodismo de investigación tiene, además, cierta dimensión moral. Compromete al lector, lo anima a emitir un juicio sobre el asunto que denuncia y da por supuesto que el medio informativo que lo publica lo considera importante, merecedor de un esfuerzo especial. Uno de los problemas que surgen con este modelo de periodismo es que el medio informativo se implica en una información sobre la base de que ha habido algún acto de mala fe. Por eso ha sido denominado como «periodismo fiscalizador». Dado que puede alterar el curso de los acontecimientos o puede afectar negativamente a la reputación de una persona, una empresa o una institución, la tarea del reportero implica una gran responsabilidad, no solo a la hora de verificar los hechos, sino también de compartir datos sobre la naturaleza de las fuentes informativas.

La revolución de las nuevas tecnologías y la nueva organización económica que ha generado crean nuevas oportunidades, pero también amenazan a una prensa vigilante e independiente. Los medios digitales permiten que la información viaje con mayor facilidad y rapidez, pero conducen a la creación de grupos de comunicación internacionales que ponen en peligro el propio concepto de Estado-nación. La experiencia nos dice que es muy posible que con el tiempo, a medida que los directivos de los informativos formados en este nuevo entorno transnacional vayan logrando cuotas de mayor responsabilidad, a los medios de comunicación les parezca que ya no merece la pena ejercer la función de vigilancia y control sobre su propia empresa matriz. La teoría de la prensa libre, que decía que era necesaria una voz independiente y capaz que se ocupara de vigilar la influencia de las instituciones más poderosas de la sociedad, está en peligro.

Sin embargo, más importante que el control efectivo que pueden ejercer los vigilantes de los medios de comunicación es el hecho de que las nuevas tecnologías proporcionan herramientas que ofrecen la posibilidad a casi todos los ciudadanos de vigilar la prensa consolidada. Las instituciones dedicadas al periodismo independiente indican de qué manera las nuevas tecnologías podrían reorganizar los mecanismos de producción y difusión de noticias. Potencialmente, esto supone un desafío a los canales de información tradicionales y da pie a pensar que si los medios convencionales abandonan su papel de vigilancia, otros podrían asumirlo. Más allá de la visión utópica que puede ofrecer la tecnología, hay cuestiones económicas más prácticas que no encuentran respuesta todavía. ¿Puede alguna de las nuevas plataformas o de los nuevos medios mal llamados alternativos o independientes suscitar el interés de una parte significativa de la opinión pública? Y, en caso afirmativo, ¿acabarán siendo absorbidos por las grandes corporaciones y caerán, por lo tanto, en la cultura empresarial de la que sus fundadores querían escapar?

Los departamentos de informativos de los grandes medios ofrecen el modelo más claro con el que contamos de la nueva organización económica de la información. Fueron las primeras instituciones periodísticas en verse sometidas a las grandes corporaciones con intereses fuera del periodismo. Aun así, a medida que empezaban a sufrir una pérdida estructural de audiencia a favor de las nuevas tecnologías, fueron abandonando su función de vigilancia e inclinándose por un modelo informativo más cercano al entretenimiento. Este modelo, que es la única evidencia que tenemos de los efectos de la asimilación global de los medios informativos, despierta serias dudas de que el periodismo de investigación se mantenga en el nivel que logró en la segunda mitad del siglo xx.

La función de vigilancia y control es como cualquier otra. Requiere de facultades especiales, un temperamento especial. Además, exige un compromiso serio con las fuentes, el deseo de ocuparse de asuntos de importancia y una prensa independiente de cualquier interés que no sea el del consumidor final de la noticia. El principio de vigilancia y control se enfrenta hoy a más retos que nunca pero, al mismo tiempo, la naturaleza expansiva del periodismo como foro público ha provocado una nueva ola de periodismo interpretativo y «opinativo» que hace más crítica la necesidad de un periodismo vigilante más serio y activo. En el siglo xxi, los medios tienen que ejercer vigilancia no solo sobre el Gobierno, sino también, y especialmente, sobre el mundo empresarial y el ámbito cada vez mayor de actividades sin ánimo de lucro.